El anime: Jormungand


Hablando de Jormungand se perora sobre una serie que rueda sobre tres elementos, cada una de ellos bien diferenciado, que mantienen el tono general de la serie; todos los aciertos y fallos son consecuencia de ellos. Cada apartado de la narración puede separarse fácilmente para pensar en los grandes aciertos y considerables errores que tiene. Una de las mejores series anime que se pueden seguir hoy día.

Los traficantes de armas son, en su mayoría, comerciantes ilegales que operan en países con pocos recursos y no pueden hacerse cargo de pagar a contratistas o fabricantes de armas; lo normal es que vendan armas ligeras, que se ocupen de conflictos pequeños y surtan a poblaciones de zonas pobres de armamento para aniquilarse entre ellos. Es decir, Oriente Medio, Asia, Sudamérica, guerrillas y cosas por el estilo. Obviamente, hay distintas escalas, como en todo, pero los traficantes de armas glamourosos que viajan por aeropuertos con niños de 15 años y pelean a tiroteos en las capitales de Asia y Europa como si nada son, la verdad, algo bastante improbable.

Aquí entramos en el terreno de la primera dimensión: los personajes.

 Koko Hekmatyar es una joven traficante de armas que trabaja para el HCLI, una empresa de logística a nivel mundial que es la tapadera de intermediarios de armas a escala global: conflictos en Asia, África y, de vez en cuando, Balcanes. Es decir, Koko es la persona que va a ver a los jefes pobres de poblaciones miserables o tercermundistas y les vende armas para seguir con la guerra.
En el comercio de armas, es importante no desarrollar lazos afectivos
Vamos a dar con los dos errores grandes errores de la serie: Koko. Koko es imposible, no tiene consistencia con el intento de dar algo real. Koko es un personaje de anime, y eso es un error grave cuando quieres que se mueva en conflictos lo más real posible. Tiene demasiadas aristas que existen para darle sentido manga, algunos dirán que es inevitable, que es ficción, que está hecho para darle sentido dentro del mercado: que es así para que los espectadores se queden prendados por ella. El siguiente error es Jonah. Pase el hecho de que viaja por aeropuertos internacionales con un grupo de gente mayor que él sin ningún problema. Eso ya sería imposible. Ahora pase el hecho de que haya matado a cien soldados por sí mismo, por que esto es un anime. Jonah es un personaje inverosímil en sí mismo, es un niño de guerra que no está loco, no está desensibilizado de ninguna forma, no tiene conflictos con el mundo: Jonah es una persona de veinte años más, que se comporta como si conociera otra vida.Pero no lo hace. No conoce otra cosa que la muerte.                                                                      
 Esto es importante por que hay una virtud, una grande que hace de Jormungand algo digno de ser visto: en el fondo, es parte del mundo real. Sí, hay exageraciones, ¡pero es un anime! Esas exageraciones son mínimas si tenemos en cuenta el logro que es una serie japonesa donde los personajes no son las aristas más risibles de estereotipos occidentales. Es casi el anime más cercano a las personas que he visto. Por más que haya cosas fuera de lugar, se puede sentir que los personajes, quitando a los dos protagonistas, son seres orgánicos, con su propia psicología, con su historia, por más trillada que esté (al fin y al cabo, estamos hablando de soldados y policias). El resto de personajes, más o menos decorativos, están hechos a partir de moldes (la fiel, Valmet, el veterano dado vuelta de todo, Lehm; el espía, el ex agente japonés de inteligencia, el ex policía...), encajan muy bien en la dinámica humana del grupo. O sea, existen.
 La siguiente dimensión de Jormungand son las tramas políticas que propician los hechos de la serie: el grupo de milicianos del país A que necesita abastecerse de armamento ligero para atacar a los rebeldes, la cumbre de fabricantes de armas, la reunión con el director de la mafia china... en realidad, más allá de la teatralidad de las reuniones, no hay nada descabellado. Lo que ocurre es que en algún momento llega la acción, y es conlleva la entrada en escena de armamento, tiroteos y bombas. Y eso ocurre en algunas ciudades importantes, donde la gente tiene móviles y cámaras, computadores e internet. Eso es una burrada. Luego, hay otros errores menores, como el agente de la CIA que “tiende hilos” como si esto sucediese cuarenta años atrás. Esto ya no es así. La CIA es un organismo cada vez más débil, cada vez más comido por la NSA, en guerra con el FBI, sacudida por los escándalos y sobrexpuesta como ninguna otra. Tal vez el KGB es conocida de forma tan masiva como ella, nadie más: se disolvió hace 21 años. Pero bueno, Bookman se mantiene en un plano discreto, a pie de calle, podría ser peor: podría ser el malo malísimo, oculto a la vista de todos, como en otras series más ingenuas.
El aspecto de todos los traficantes de armas

La tercera, última dimensión, es la del plan de Koko. La protagonista define la serie, y lo que la serie dice del mundo que pretende retratar: no solo es cómo muestra a la gente y los soldados cuando matan a alguien, sino también el plan de Koko, como discurso sobre las armas y las guerras, lo que define la serie. Esto es un poco oportunista, por que esta semana se ha llegado a un punto fuerte de este aspecto, veremos cómo se trabajan el cierre de este episodio, en el que se va a rebatir, seguramente, buena parte del plan. Tal vez ese es uno de los fallos que hay por el momento: siempre tiene que haber una persona que cambie el mundo. Los animes son incapaces de mostrar el mundo como algo conformado por millones de variables, necesitan simplificarlo todo, aunque para ello necesiten crear un ordenador cuántico, que es una máquina que apenas se puede entender hoy en día.

 En conclusión, Jormungand me parece un gran anime. Tiene todas las virtudes que necesitan los animes para mejorar: los personajes son correctos, las tramas también, hay buena acción y los defectos, aunque son varios, nunca sobrepasan las virtudes del serial. Pero, sobretodo, nunca frivoliza el asunto que trata. Claro, los personajes nunca se toman muy en serio la vida humana, pero quizás el aspecto más interesante del discurso de la serie, es que esto no extraña en absoluto, o mejor dicho: el tratamiento no está en distopía con lo que se puede oír, leer o ver en cualquier medio de información. Y eso da que pensar.