En algún momento tenía que caer este artículo. Siendo como somos casi todos los miembros del staff admiradores de la serie, llegaría el momento de preguntarse por qué uno de los animés más vistos, que más fenómeno social han generado en los últimos diez años, que prácticamente han perfeccionado y, al mismo tiempo, se han alejado del género japonés por antonomasia (el de las secundarias), no tiene una nueva temporada que funcione como reflejo de ese éxito. A día de hoy, después de castigar a sus fans con una temporada cuyos capítulos se repetían una y otra vez, sigue teniendo un apoyo enorme, creo que más afuera de Japón que dentro de las islas niponas.
Para empezar, ¿qué es el anime en la industria japonesa del entretenimiento? La mayoría de la gente cree que el anime es, en todos los casos, una obra en sí misma y tiene esa consideración, pero no. Claro que hay fenómenos al estilo de Eureka Seven y etcéteras, pero en general el anime funciona como parte de un circuito empresarial que se constituye de: novela ligera/ manga/ anime/ merchandising. Y el motor de esa máquina es la novela ligera, sobretodo en casos como Haruhi, como en el de Spice and Wolf y demás.
La línea temporal de Haruhi es la siguiente: las novelas se publican en 2003, y tres años después empieza a salir el anime. Al terminar la primera temporada con tremendo éxito, se empieza a planear la segunda, utilizando historias de la tercera y la quinta novelas intercaladas. Pero, en un giro de los acontecimientos, optan por dejar la historia de la desaparición de Nagato Yuki para una película y, en cambio, utilizar el verano interminable para la serie.
Esto es finales de 2007, y faltan dos años para que empiece la serie. Todavía, el hecho principal por el que Haruhi ha dado casi todo lo que podía dar de sí (económicamente) no ha salido a la luz. Pasan los años, sale la segunda hornada de la serie, y luego la película. Y en ese tiempo, el novelista publica dos volúmenes nuevos de la historia, pero para entonces ya han pasado casi seis años desde que se estrenase la primera temporada. Diez tomos de novelas en seis años, con un par de mangas y un par de temporadas.
¿Entienden lo que pasa ahora? Que no hay suficiente novela. El anime sirve para promocionar la novela, para promocionar el manga, pero si no salen páginas llenas de letras en vertical, hacer un animé se vuelve innecesario.
La maquinaria del dinero funciona siempre, pase lo que pase, a toda velocidad. Más novela, más manga, más anime, y si no hay un flujo constante, el circuito no se completa y ya no hace falta sacar tanto Haruhi. En algún momento, la serie se hizo tan famosa en todo el mundo, que la propaganda se hace innecesaria, no ganan dinero con ella (con el anime) así que siguen sacando las novelas cuando se publican, se dibuja un manga y, acaso con el tiempo, se saque algo, pero no hay ninguna prisa. ¿Por qué debería haberla? Son empresarios, y lo que les interesa es la guita.
En resumen, Haruhi, el fenómeno, empieza y acaba con el anime. De alguna forma, es irónico y, a la vez, representativo: el anime nunca fue lo principal de la serie, pero consumió el resto de productos de la serie, y cuando cumplió su cometido, fue desechado como parte del aparato de producción y consumo, del consumo de cultura como cultura del consumo. Los fans quieren más serie, pero les dan manga y novela cada tanto; después de todo, ni los empresarios conocieron más éxito que cuando sacaron el producto que no les daba beneficio ni los fans disfrutaron más que cuando alguien se inventó, como un artilugio publicitario, la melancolía de Haruhi Suzumiya.