[SPOLIER] Aku no Hana, el artículo del sí pero no

Takao Sagura es un protagonista al estilo Shinji Ikari, con sólo una particularidad que le da sentido al manga: le gusta Les Fleurs du mal, el libro de poesía de Baudelaire. Las flores del mal son un buen ejemplo de esas obras que terminan por eclipsar a sus autores, de forma que cuando alguien quiere hablar de ellos, solo las mencionan a ellas y se olvidan del resto de su trabajo. Estoy pensando en La Fanfarlo y otras novelitas y cuentos que escribió y que servirían mejor para explorar un personaje del modo en que el manga pretende leerlo. El papel de Las Flores (a partir de ahora) en la obra es meramente testimonial, y olvídate de que citen algún párrafo del libro para justificar la ascendencia que tienen los poemas sobre Takao. 


Lo cierto es que esto no es nada malo, más bien bueno. Si he utilizado esas frases sincopadas es para amansar a las bestiecillas que hayan leído el libro, piensen que lo hayan entendido y quieran quejarse de que utilicen algo tan elevado como Baudelaire en un manga. Resulta que uno de los giros inteligentes del manga es reflejar la ignorancia del propio Takao con respecto a la significancia del libro. De esa forma, retrata a la gente que mencionaba en la primera frase de este párrafo. Es un detalle de inusual inteligencia en un manga. Lamentablemente, tras este gran acierto, no sabe continuar. Sí, es cierto que es una temática relativamente novedosa para el manga, y utilizar esa idolatría pseudointelectual para escenificar el retorno a lo romántico (esa etapa de la edad artística) y la fuga (el sueño de tantos jóvenes acomplejados) termina volviéndose contra él. 



Esto es debido a la introducción de Sawa Nakamura. Uno de los mayores problemas del manga es que esta chica no está a la altura. Hacia el final de este arco (en el que escenifican un suicidio en el festival de verano) el mangaka hace un gran trabajo haciendo aparecer a los padres y profesores participando de forma activa; de esa forma pone perspectiva en el conflicto, es, en cierta forma, una disquisición en la narración, como si estuviera poniendo en evidencia que no son más que niños inmaduros que quieren escapar. Y ahí es donde Nakamura falla. No es lo suficientemente lista, ni sensible, ni nada. Es un personaje de una sola dimensión cuyo único objetivo es llevar a Takao al límite. Aunque es un manga más listo en algunas cosas, sigue sin ser lo suficientemente listo como para no tener uno de esos personajes que sólo están ahí para que las cosas sucedan. En la época de Baudelaire, habían unos cuantos franceses (bueno, y algún español) que luchaban para que las novelas no parecieran hechas por un hombre, sino que fuesen algo más natural. Al tipo que inauguró esta tendencia lo llamaban "el gran fecal". 



Dado que la obra está hecha a medida del ideal romántico, tiene que haber una musa. Y en este caso, Nanako Saeki es una de esas chicas japonesas que no solo son bonitas "como una idol" (una coletilla que ya hemos leído en Rin, de Sakuishi), sino que también se dedican al estudio con fruición y, en un guiño revoltoso (este es un manga revoltoso, después de todo), se dedica al piano como esos niños asiáticos "que tocan como si llevasen 15 años de práctica" que dijo nuestro ilustre Guille. Hay un problema con ella: es mala. O sea, es buena, pero es buena por que está perturbada, necesita cumplir con el ideal de chica perfecta. Esto ya es algo más moderno, la perversión del ideal y buscar una explicación psicológica- patológica que explique su comportamiento. La verdad, parece algo vulgar esto. 



Y a pesar de ser considerablemente más inteligente que la mayoría de mangas, a pesar de que la materia intelectual supera con holgura las aspiraciones de la mayoría de obras que leemos de Japón, tenemos que decir: no nos gusta. No nos gusta por una razón sencilla: es un manga triste, es una obra triste. No es que nos molesten los sentimientos tristes, no es que no apreciemos a nuestros papás y mamás, a esas historias humanas llenas de miseria, soledad, cabezas agachadas y cuentos pequeños pero muy realistas sobre la mediana edad y el fracaso vital. Para eso, mirad la nueva película de Steve Coogan, que es más divertida. Aku no Hana no tiene humor, no tiene nada, solo es una cosa, un sentimiento miserable y una mirada hacia la adolescencia más pocha. Pero la adolescencia pocha ya pasó, no tiene mucho sentido hacer una historia sobre cómo hubiera sido el futuro si hubiéramos quemado el gimnasio de nuestro mediocre instituto lleno de mediocres compañeros en nuestra mediocre existencia, por que es una etapa corta de la vida, y se supera. 



Este, nos gustaría pensar, no es un lugar para mangas tristes. No nos referimos a que vayan por ahí saltando, peleando, peleando sin sentido y repitan las frases shonen de costumbre, nos referimos a que tengan espíritu, a que pierdan el miedo, a que estén enamorados de sí mismos y de lo que cuentan; que sean inteligentes, no cínicos, que sean brillantes y sinceros; Naruto tiene la sinceridad, One Piece le pregunta a las sirenas si van a cagar (de verdad), The Breaker es la típica historia, con una facilidad tremenda para subir la velocidad y entrar en clímax, Claymore ya no tiene sentido ni nada, pero sigue teniendo a las chicas con espadas enormes... y ninguna tiene vergüenza, ni es infantil. 



Por lo tanto, no me cabe más pregunta que: ¿sinceramente quiero leer una serie basada en algo tan miserable, con tan poco espíritu? Y respuesta es no.